El dinero importa: ¿Es su socio un pasivo económico?

Hace apenas unas décadas, había pocas dudas sobre si los hombres o las mujeres se beneficiaban más económicamente del matrimonio. Aunque las tendencias estaban cambiando, los maridos seguían siendo el sostén de la familia, mientras que las esposas cuidaban del hogar y de los niños. Para aquellas mujeres que trabajaban fuera del hogar, sus ingresos eran considerablemente menores que los de sus contrapartes masculinas, incluso cuando tenían trabajos equivalentes.

Durante mucho tiempo estuvo claro que las mujeres tenían más que ganar económicamente diciendo «Sí, quiero». ¡Vaya, cómo ha cambiado y evolucionado nuestra sociedad!

Hallazgos recientes del Pew Research Center revelaron que los hombres ahora a menudo se benefician económicamente tanto o más que las mujeres. En comparación con hace cuarenta años, una proporción mucho mayor de mujeres en la actualidad está casada con hombres con menos educación e ingresos más bajos. Entre los hallazgos:

Los ingresos de las mujeres crecieron un 44 por ciento entre 1970 y 2007, en comparación con el 6 por ciento de los hombres.
En la actualidad, más mujeres que hombres tienen títulos universitarios.
Solo el 4 por ciento de los maridos tenían esposas que ganaban más de lo que ganaban en 1970, en comparación con el 22 por ciento en 2007.

Los autores del informe, Richard Fry y D’Vera Cohn, comentaron: «Desde una perspectiva económica, estas tendencias han contribuido a una inversión de los roles de género en los beneficios del matrimonio. En el pasado, cuando relativamente pocas esposas trabajaban, el matrimonio mejoraba la la situación económica de las mujeres más que la de los hombres. En las últimas décadas, sin embargo, los beneficios económicos asociados con el matrimonio han sido mayores para los hombres «1.

Obviamente, los ingresos son solo uno de los muchos temas que deben sopesarse al considerar el matrimonio, pero es un tema extremadamente importante. Eso es porque estudio tras estudio ha demostrado que el conflicto por el dinero es la principal causa de divorcio en nuestro país.

El problema no se trata necesariamente de cuánta riqueza aporta una persona a una relación, o del nivel de ingresos al que aspira. La cuestión es ponerse de acuerdo sobre los aspectos esenciales de la gestión del dinero y las ambiciones financieras. Las parejas que estén considerando hacer un compromiso permanente deben evaluar cuidadosamente estas preguntas:

¿Están en armonía sus metas financieras a largo plazo? Pregúntense cómo imaginan su nivel de vida, ingresos y acumulación de activos durante diez y veinte años en el futuro.

¿Ambos socios están dispuestos a hacer todo lo posible? A muchas parejas les parece bien que una persona gane más, incluso sustancialmente más, que la otra, ya sea el hombre o la mujer. Pero en cada relación, cada individuo quiere saber que él o ella no están siendo «engañados». Quieren saber que la otra persona está trabajando duro y haciendo sacrificios por el bien común.

¿Ambos individuos tienen metas por las que están trabajando? Ya sea que estos incluyan el avance profesional, la educación superior o el desarrollo personal, cada socio debe tener objetivos claramente definidos y un plan para alcanzarlos.

¿Tiene opiniones similares sobre la deuda, el gasto y el ahorro? Si una persona ahorra y la otra gasta, el conflicto es inevitable. Si una persona prefiere un estilo de vida sencillo con un ingreso modesto y la otra quiere opulencia junto con muchas comodidades materiales, seguramente surgirá tensión.

Si está listo para una relación exitosa a largo plazo, asegúrese de encontrar a alguien que considere un activo y no un pasivo, económicamente y de otro modo.

1. Para ver el estudio completo titulado «Nueva economía del matrimonio: El surgimiento de las esposas», visite http://pewresearch.org/pubs/1466/economics-marriage-rise-of-wives.